jueves, 18 de marzo de 2010

Poesía de Antogos, homenaje a Miguel Hernández

Carta que escribió Miguel Hernández a Josefina cuando estuvo en Alcalá de Henares. Documento encontrado y facilitado por Carlos Figueroa

A Josefina Manresa (71)

(Alcalá de Henares, 19 de noviembre de 1936)

Mi nena querida: Sigo en Alcalá de Henares, que se parece mucho a Orihuela. Hay columnas y conventos por todas partes y aquéllas me hacen recordar la columna del cuartel oriolano que no se borrará nunca de nuestro pensamiento. Si fuera de permiso, te llevaría una cajita de almendras en dulce –que aquí llaman garrapiñadas– que son de muy buen paladar. Estoy seguro de que te gustarán mucho. ¡Si pudiera conseguir el permiso! Me deben sesenta duros y en cuanto los cobre te enviaré para que hagas –te lo repito una vez más– el uso que quieras o que te sea preciso hacer del dinero. Todas mis noticias te las doy a lápiz, cosa que me gusta un poco menos que a ti. ¿Cuándo sabré de tu persona yo, Josefina? Siempre deseo saber tantas cosas de ti y nunca me llega ninguna. Maldito un millón de veces a quienes tienen la culpa de ello. Pero sin saber de ti me acuerdo más y esto te alegrará un poco. Tuyo ahora y a todas horas

MIGUEL

[Tarjeta postal]

COMENTARIO AL POEMA "IMPROPIAMENTE ROSA"

Retrato de mi madre. Óleo sobre tela. F. Almansa

En Miguel Hernández, como todos sabemos, sólo hubo un gran amor: su adorada Josefina, a la que dedicó, entre otros, estos bonitos versos:

Tus cartas apaciento
metido en un rincón
y por redil y hierba
les doy mi corazón.
Cuando me falte sangre
con zumo de clavel,
y encima de mis huesos
de amor cuando papel

Sin embargo, ¿quién de joven no ha sentido la llamada del amor en alguna ocasión? Son escarceos amorosos sin gran importancia pero capaces de inspirarle en sus años jóvenes estas bellas estrofas:

A ti llamada impropiamente Rosa,
impropiamente, Rosa, impropiamente,
rosa desde los pies hasta la frente
que te deshojarás al ser esposa.

Propia de rosas es tu piel de rosa
de cáliz y pétalo caliente
pero es tu piel de rosa indiferente
otra rosada y diferente cosa.

Te llamas rosa; si lo eres, dime:
¿dónde están las espinas, los dolores
con que todas las rosas se defienden?

Por ser esposo de una rosa gime
mi cuerpo de claveles labradores
y ansias de ser rosal de ti lo encienden

Hasta la fecha, no se sabe con total seguridad a que muchacha de Orihuela iban dirigidos estos versos.

Se ha publicado el contenido de una carta de Miguel a Ramón Sijé (por motivo de su cumpleaños) en la que añadía unos renglones para Fenoll y decían: " Carlos, ¿te acuerdas de la niña aquella que vi la última tarde de mi estancia en Orihuela? Pienso en ella a todas horas,
haz el favor de darle ese sobrecito lo más discreto que puedas".

¿Rosa símbolo o Rosa Registro Civil? Casi con toda probabilidad: Rosa símbolo.

Esa niña a la que iba dirigido el sobrecito, junto con unas chucherías de dulces (típico regalo que hacen los mozos a las mozas, en fechas determinadas, creo que en S. Antón, cuando se las galantea) tiene nombre, vive todavía en Orihuela y se llama Mercedes, también impropiamente, por que, en el Registro Civil figura como Filomena (Ella misma, hizo la llamaran Mercedes, porque no le gustaba su nombre de pila).

Tenemos el testimonio de ella misma. Tiene ahora 90 años y todavía conserva una bonita sonrisa de anciana, que tal vez, fuera la sonrisa que en sus años jóvenes se fijara el poeta.
¿Por qué se sabe esto? Repito: Ella misma lo ha contado, ¿Puede mentir una madre a su propio hijo y en un tema tan corriente y anecdótico como éste?

Según me contó: ella con sus amigas (quizás fueran sus hermanas) paseaban por Orihuela (C/ Mayor, vuelta a las puentes y otra vez lo mismo). Típico en Orihuela hasta hace muy poco, no había otra cosa qué hacer entre los jóvenes, además de ir al cine. A mi madre en estos paseos se le acercó Miguel, caminando a su lado le decía........ ¡Bueno! palabras bonitas tendría, sino, poemas de su propio puño y letra.

Dice mi madre, que para hacerse el interesante, decía que era poeta, que escribía versos, que iba a Madrid, y no solamente cuidaba cabras (Mi madre no sabía leer ni escribir). Terminaba pidiéndole su nombre, que ella no quiso darle (tonterías de adolescente). De ahí que la llamara: impropiamente Rosa, impropiamente.


Fernando Almansa